El sábado 17 de junio en horas de la tarde estaba con un
familiar en el Centro Comercial Andino haciendo unas compras para el día
siguiente, Día del Padre. Después de eso nos dirigimos al Café Juan Valdéz que
está en la parte nueva. Detrás de los baños en donde pusieron los explosivos.
Estábamos hablando de cosas triviales cuando sonó un fuerte
estruendo. No tembló el piso, no se vio humo en todo el transcurso de tiempo
que estuvimos cerca al centro comercial, y comenzamos a evacuar todas las
personas que estábamos en esa zona.
Cuando estábamos bajando, en el segundo piso vimos a 4
señoras llorando, entre ellas 2 niñas de aproximadamente 10 años, con su madre,
buscando explicación a lo que estaba pasando. Mi familiar se trató de dirigir
hacia donde estaban ellas pero yo lo frené y le dije que bajáramos rápido y
abajo mirábamos que podíamos hacer. El llanto podría ser el susto que deja una
explosión de estas, pero no le dimos importancia. Ni yo ni mi familiar en
ningún momento tuvimos miedo, solo quería llegar al primer piso rápido.
Ya en el primer piso esperamos más de una hora porque estaba
lloviendo fuerte, y en esa espera veíamos a toda la gente evacuar con la mayor
tranquilidad.
Ya en casa, a las 6:30 de la tarde, el alcalde de Bogotá
dijo que si había sido un atentado terrorista. Me sentí mal, y todavía me
siento mal por no haber ayudado a las personas que lo necesitaban en ese
momento, así como uno quiere que atiendan y entiendan a su familia cuando está
llorando y se ve que está sufriendo, como yo vi a estas señoras.
Hay que dar gracias al personal de seguridad del centro
comercial por mantener la calma y por transmitir esto, ya que sin ello esta
tragedia habría sido de otro tamaño. Y espero que estas señoras y niñas estén bien
y puedan olvidar el impacto tan grande ocasionado por lo que pudieron ver o
sentir. Y que me perdonen por no prestarles ayuda cuando la estaban
necesitando.