Es complicado saber que sienten las víctimas del conflicto
cuando uno no ha estado en su posición.
El saber que sienten por dentro quienes
fueron, y son víctimas de secuestro, y quienes tienen un conocido víctima de
secuestro y desaparición.
Como es tan difícil ese acercamiento con la realidad que
estas personas viven, también es muy complicado pedirle a una de estas personas
que oiga a un ex miembro del hampa que tuvo en su poder a su familiar, y
quienes de una u otra forma fueron partícipes de su desaparición.
Pero el querer la paz les exige esto a algunas víctimas para
que el perdón les llegue a sus corazones, a sus vidas, a sus familias y a su
sociedad. Así este encuentro traiga mucho dolor y reviva heridas que ya han sanado.
Muchas lo han hecho en silencio y han perdonado igual, en
silencio y sin que nadie se entere. Es muy duro este perdón, pero también es
duro que sepan que las personas son débiles en uno o varios aspectos.
Pero estas barreras algunas personas las rompen y dejan a
todo un país asombrado con su valentía, quienes después de cada uno de estos
actos está más dispuesto a dar algo más, a poner otro granito de arena para
buscar la tan anhelada paz que buscamos todos los colombianos hace muchas
décadas.
Pues esto fue lo que hizo María Carolina Hoyos con alias Popeye,el jefe de sicarios del temido Pablo Escobar, quienes secuestraron a su mamá,
Diana Turbay, cuando ella todavía era menor de edad, y la mataron en una
operación de rescate.
Hay que aplaudir este gesto y también lo que simboliza para
el país. A muchas personas con las que uno se cruza día tras día les es casi
imposible perdonar tanto dolor causado por las diferentes fuerzas que luchan
contra el Estado, y del mismo Estado. Pero el perdón es necesario para
conseguir una paz definitiva, no para nosotros, sino para nuestros hijos,
sobrinos y nietos. Ellos no merecen y no tienen por qué sufrir tanto dolor como
lo sufrimos nosotros con cada acto que las guerrillas o los carteles cometen.
Sé que para muchos políticos es casi imposible dar perdón a
quienes les han causado tanto dolor, pero les pido de corazón, que este dolor
que sintieron ustedes, y que aún siguen sintiendo por la falta de esta persona,
no genere que las generaciones futuras tengan que sufrir lo mismo.
Gracias a María Carolina Hoyos por mostrarnos que el perdón
si es posible. Mucha fuerza que un ángel poderoso está cuidando sus pasos y los
de su familia.